EXPOSICIÓN

EL CIELO Y LA POESÍA

La poesía es a la vez Música, Estatuaria, Pintura, Elocuencia; debe encantar el oido, deleitar el espíritu, representar los sonidos, imitar los colores, hacer visibles los objetos, y

provocar en nosotros los movimientos que sean; por consiguiente es el único arte completo, necesario, y que contenga todas las demás.Théodore de Banville (Pequeño tratado de poesía francesa, 1871)

-¿y qué te gusta entonces, extraordinario extranjero?

-Me gustan las nubes...las nubes que pasan...allí...allí...las maravillosas nubes!

Charles Baudelaire. (Pequeños poemas en prosa, 1869)

¿Por qué haber elegido ese título?

El cielo, en sí, no es poético a no ser que las nubes de múltiples formas y colores pinten los cuadros más inimaginables y fascinantes en ese inmenso lienzo azul.

Ese color azul es debido a las ondas que se dispersan en la atmósfera y a la brillante luz blanca del sol que, en realidad, está compuesta por los colores del arco iris. Es, por lo tanto, polichromática. Cuando el sol desaparece, el cielo nocturno es negro.

Pero volvamos a las nubes, no como un fenómeno meteorológico ni como un estudio nefológico, obviamente, sino como unas formas con diversos matices cromáticos que ofrecen a nuestra mirada y a las emociones que suscitan con ese regalo de una belleza a menudo espléndida, mudable, sorprendente, varias veces a lo largo del día.

Marcel Proust escribía a propósito de esas formaciones nubosas, en constante movimiento, como si huyeran, al igual que el paso del tiempo:

"En todos los tiempos, en todos los paises (…) las nubes debieron seducir la imaginación del hombre por sus formas cambiantes y a menudo fantásticas. El hombre debió adivinar a los seres imaginarios o reales que ocupaban su espíritu.Cada uno puede encontrar lo que le plazca (…) Puede descubrir entonces en las nubes (…) toutes las brillantes fantasías de su imaginación exaltada.(…) Luego, dejándose llevar casi sin darse cuenta por una ensoñación que lo absorbe, el hombre olvida poco a poco los objetos que lo rodean; al no ver nada más, al no oir nada más cerca de él, presta a su quimera el carácter de la realidad, da vida a las formas que ha adivinado y asiste a un espectáculo grandioso que el mismo ha creado." (Las nubes).

En efecto, son esas nubes con formas indefinibles las que atraen la atención de cualquier ser humano, pero que encantan particularmente la sensibilidad de los artistas, fotógrafo y poetas en lo que concierne nuestra exposición.

El sol es la parte esencial de ese espectáculo así como otros elementos atmosféricos tales como el viento, la lluvia, la tormenta, la niebla, la nieve, el granizo incluso el anticiclón. Éste último se caracteriza por la ausencia de nubes y viento dando lugar a una atmófera clara y soleada, un cielo despejado tanto en verano como en invierno.

Es muy raro, incluso imposible, que esos amontonamientos de vapor de agua condensada en finas gotitas mantenidas en suspension en la atmósfera llamados nubes, a veces blancas, a veces grises, otras rojas, amarillas, etc. que se desplazan, aparentemente , por el viento, nos dejen indiferentes cuando las obsevamos.

Desde los albores del tiempo, los poetas franceses fueron subyugados por las nubes que eran ya un tema poético en la Edad Media. Por su plasticidad, su "mutabilidad constante", su morfología imprevisible, esas fantásticas masas flotantes fascinaron y fascinan tanto a los poetas como a los pintores y, hoy en día , también a los fotógrafos.

Charles Baudelaire decía que la imaginación es la "reina de las facultades".

Ella es la que nos abre las puertas de un mundo diferente al mundo en el que vivimos y nos permite soñar con lo impensable,viajar más allá del más allá.

No existen fronteras, no existe lo prohibido. Todo es posible, verosímil. Todo

está permitido. Y la poesía es el género literario privilegiado cuya musicalidad creada por las rimas silábicas, las aliteraciones, las asonancias, las repeticiones, el ritmo, la belleza de las palabras y, sobre todo, la creatividad del poeta, tiene el poder de sorprender y deslumbrar al lector.

Los poemas que acompañan las magníficas fotografías de Gabriel Navarro, han sido escogidos minuciosamente entre poetas conocidos tanto actuales como de antaño. Algunos poemas son completos mientras que otros son sólo un extracto.

La parte literaria de esta exposición es breve, pero intensa para que el visitante lea sin que sea demasiado tedioso para él. La lectura requiere más esfuerzo mental que mirar una fotografía, claro está.

Es cierto, por una parte, que las fotografías de esta exposición son poemas por sí solas, poemas coloridos de cielos nubosos, vaporosos, pesados "como una tapadera" (Baudelaire), incendiados, plomizos, deslumbrantes...

Por otra parte, los poemas aportan a esos instantes efímeros que el fotógrafo captura antes de que se escapen, una emoción amplificada como la melancolía,la nostalgia o el asombro, la admiración, la paz…

Un diálogo, una complicidad o una atracción irresistible se establece entre el poeta , el fotógrafo y el cielo hasta el punto de conmover la sensibilidad, a veces exacerbada del artista, para expresar su sufrimiento, su dolor o bien su bienestar, su alegría. El poeta recorre sus interioridades, desvela sus sentimientos; nos ofrece su particular visión de cuanto lo rodea. Ante todo, busca la belleza que lo hará feliz o lo pondrá triste. Será entonces cuando traducirá en versos lo que siente y su estado de ánimo se aliviará, mayormente si lo invade la pena.

Pero ahí no queda todo ya que el poema puede influir en el lector; éste puede identificarse de pleno con él, lo que tejerá un lazo invisible y mágico entre poeta y lector.

A decir verdad, tanto las fotografías como los poemas de esta exposición, simbolizan y expresan la brevedad del instante, la evanescencia de la vida, el esplendor fugaz que nos seduce y nos encandila. El cielo y la carrera incesante ora lenta, ora rápida de las nubes, no es más que un espejo en el que se refleja la vida humana con sus luces y sus sombras.

Dejémonos llevar por la ensoñación ante la fotografía de un cielo despejado, nublado ¡Qué mas da! transportados por la magia de un poema.

Jeannine Alcaraz

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